Texto original del Fr.+ Carlos C.+ T.+
q.e.p.d
Por considerar importante el enfoque de este caballero templario y considerar que continua teniendo vigencia publicamos su articulo.
Dr. Carlos Raitzin C+ T+
“Más vale ser
Caballero que príncipe hijo de rey o rey mismo”.
Dicho tradicional de la Caballería
Al transponer el umbral del siglo XXI es justo
efectuar un aggiornamento de los principios de la Caballería. Y digo
bien, aggiornamento y no revisión pues tales principios son parte
de un Dharma o deber moral eterno que se halla más allá de las voluntades,
razones y fantasías individuales. Son solamente las cambiantes circunstancias
de tiempo, lugares y costumbres las que imponen en esto ajustes de detalle pero
que nunca serán de fondo.
Queremos desarrollar aquí consideraciones que
permitirán tener una mejor perspectiva de conjunto sobre el papel que deben
jugar hoy la Caballería
y sus integrantes dignos, lúcidos y responsables.
En artículos anteriores nos hemos extendido sobre
el kshatriya o guerrero y su
deber de evitar el dolor. Desde luego tal dolor siempre existe y existirá y
siempre habrá necesitados que socorrer e injusticias contra las cuales se
deberá luchar. Pero hay más pues hoy se exige de los individuos una lógica
integración a la sociedad a través del cumplimiento de leyes escritas y no
escritas. Y esto desde luego supone cambios de procedimientos pues ya no es
cuestión de retar directamente en desafío al vil y al opresor. La complejidad social nos impone caminos más
sutiles y menos drásticos pues la sociedad se ha tornado mucho más compleja y
elaborada.
Por otra parte el mundo se compone cada vez menos
de partes aisladas. En la
Edad Media solo se vinculaban los pueblos por el comercio, la
guerra y las alianzas ya que eran raras las embajadas de otro tipo. Hoy eso
cambió y la interacción social, cultural y económica de los países es
permanente y creciente. Y esto impone, se quiera o no, un sello adicional de
internacionalidad geográfica a lo caballeresco. Sello que obliga a una mayor
amplitud de miras y a una mayor aptitud para la convivencia. Pero lo
caballeresco debe ir, como veremos luego, mucho más allá y mucho más alto que
las circunstancias contingentes que se han señalado.
De hecho en la Caballería existe desde
siempre un fundamento esencial, necesario e inamovible que es su núcleo y
basamento espiritual. En otros trabajos hemos demostrado largamente que tal
fundamento no hace a tal o cual creencia religiosa particular sino que,
rebasando de lleno el marco de lo exotérico, se inserta de pleno derecho y por
su naturaleza misma en el marco de lo iniciático y esotérico. Si no
comprendemos esto no podremos captar nunca el verdadero espíritu de la Caballería ni de antes
ni de ahora, ni de la del Medioevo ni de la de nuestro siglo XXI. Y solo podrá
haber entonces parodias más o menos ridículas, carentes de elevación y amplitud
de miras por parte de individuos no calificados para ser Caballeros. O, lo que
es mucho peor, se usará el nombre de la Caballería para amparar intereses mezquinos y
bastardos que pueden ir desde las ambiciones personales hasta las torcidas
actitudes políticas extremas. De sobra sabemos de tales casos que son solo explicables por la felonía y mediocridad
de quienes así proceden.

Los
verdaderos Principios del Temple no son felizmente los de la Inquisición. Por
el contrario hay en la Orden
cuando se la comprende realmente amplio marco para la convivencia armoniosa y
el diálogo fecundo. Los Estatutos Secretos que he tenido el honor de dar a
conocer a través del Boletín de TEMPLESPAÑA son extremadamente claros en tal
sentido pero hay que querer oirlos. Una Orden del Temple que excluya a quienes
no sostengan determinados dogmatismos es solo una falsificación bastarda y
bastardos son los que llevan tales cosas adelante. No importa lo que pregonen,
lo que hacen es lo que cuenta.
La
universalidad, presente por cierto en el Temple de antaño, es la piedra de
toque de lo iniciático. Nace tal actitud diría naturalmente de un estado de
conciencia elevado. Si falta es señal que se permanece en las tinieblas del
mundo exterior y profano. Defender esto ya no es solo cosa del Temple, es
deber insoslayable de toda la auténtica Caballería. Olvidarlo o negarlo supone ser un felón y un mal Caballero con la
indignidad que ello trae consigo, No hay ni puede haber nunca Caballería digna
de ese nombre sin Tolerancia, Justicia y Compasión. Pero hay más, mucho más y que hace, como ya
señalé, al carácter iniciático de la Caballería. Ahora
bien, lo Iniciático solo es perceptible a partir de un cierto grado de madurez
interior, el que ni remotamente es característica generalizada de los humanos
en los tiempos que corren. Y cabe bien preguntarse: se puede conocer la Caballería cuando se
carece de esta apertura interior? La respuesta es para quien escribe
terminantemente negativa y para intentar darla con fundamentos podemos hacer
referencia a la obra de Paul Jouveau du Breuil “Vocation Spirituelle de la Chevalerie ”. Si
bien todo en este libro es bello y poético el autor no rebasa en ningún momento
del nivel moral y devocional en sus consideraciones. No ha alcanzado lo
metafísico a través de la vivencia personal y ello marca todas sus concepciones
de carencias indudables. Pero aún así su
fervor natural no le impide escribir palabras lúcidas: “A la lucha por el
triunfo de lo Verdadero, lo Bello y del Bien la Iglesia no puede ya darle
la marca divina pues ella se ha dejado corromper con el mundo desde hace mucho.
Es esto lo que la hace inapta para exaltar las almas activas como, diez siglos
antes, ella había podido movilizar las voluntades caballerescas para defender
la fe, la viuda y el huerfano”. (Cap. XVIII, pag. 161, Editions
Traditionnelles, Paris, 1979). Esto es
alcanzar el umbral de lo verdaderamente trascendente pero no traspasarlo.
Si he logrado explicarme en cuanto que no se
reduce lo caballeresco a lo ético y a la fe religiosa exotérica bien podemos
avanzar un paso más en lo esencial. En mi trabajo “La Caballería Medieval ”
que puede verse en este sitio decía:
“En definitiva que el Caballero llegó a ser y permanece
como una figura arquetípica, única y a la que no se alcanza con solamente ética,
valor, destreza y cortesía. Así como Rudolf Otto afirmaba que la
bondad por si sola no alcanza a lo santo sino que es
necesario además lo numinoso, así vemos que en el
auténtico Caballero también lo numinoso está presente y que él no es figura del
todo de este mundo”.
Se desemboca así (ver trabajo citado) en conclusiones que deben ser
mencionadas una y otra vez:
“Todas
estas preguntas tienen una sola y taxativa respuesta: la Caballería
Tradicional supone una Iniciación, entendiendo por esto la
transmisión de una influencia espiritual que permitirá a quien es
digno y calificado para recibirla la realización de
grandes hechos en lo externo y en lo interior pero que nada cambiará en
quien es indigno de ser Caballero! Por
ello será conveniente y deseable referirse a la Caballería Espiritual
o, mejor aún, Iniciática para distinguirla del que solo practica la guerra y el
combate o bien de quienes usurpan el título de Caballero sin derecho a
ello.
Lo
dicho basta para comprender
dos puntos fundamentales. El primero es el abismo de diferencia que existe
entre el esoterismo iniciático y el simple exoterismo religioso pues hasta un
Papa (Inocencio III) se ufanaba no de ser pontífice sino de
pertenecer al Temple como Caballero. El segundo punto es la tremenda
importancia de lo que impulsaba a muchos poderosos y espíritus ilustres a
pertenecer a la
Caballería. Recordemos el caso de Dante Alighieri, Bocaccio y
los "Fedeli d'Amore" de quienes me he ocupado en
otros trabajos.
Está claro que el mundo de hoy ha olvidado todo al respecto del sentido y
misión Iniciáticos de la
Caballería y prueba de ello es que aquí y allí surgen nuevas
órdenes que pretenden ser honoríficas y no pasan de carnavalescas, dado que no
poseen ni raíces en el pasado ni filiación iniciática alguna. En algunos casos
pretenden reducir lo iniciático a lo meramente religioso y
exotérico. Desde luego esto es una prueba de la formidable
ignorancia respecto de la Tradición Iniciática en que vive ese tipo de
personas. La parodia es su refugio pues no pueden comprender ni alcanzar
a lo verdaderamente trascendente”.
Pero que la Iniciación germine, florezca
y fructifique supone un trabajo interior arduo y prolongado. Y aquí está la
clave para el futuro de la
Caballería. Si esta quiere ser plena, auténtica, legítima
debe encarar esto sabiendo que no se reduce de ningún modo a simples misas y
oraciones. Es el proceso de alquimia interior que conduce al Santo Grial. La
meta de esta Cruzada es la
Jerusalén celeste y no la terrestre como bien apuntaba Fr+
Patrick Emile Bracco.
COLOFON
“No debe creerse que estamos
atacando
los principios que fundamentan
esos cultos y filosofías,
como así tampoco la verdad
que tales cultos y filosofías representan.
Ni atacamos a la gente sincera
que trata de ayudar a otros
a formar y desarrollar el
carácter.
Sólo atacamos a la perversión
de la verdad
y a las personas que,
ocultando sus crímenes bajo el
manto de la sabiduría,
desvían deliberada y conscientemente
al público
buscando solamente el
engrandecimiento y
enriquecimiento propio."